El wifi es ya un elemento habitual en las vidas de una inmensa mayoría de la población, sobre todo en las ciudades. Y es precisamente en las ciudades donde más fácil es robar, y que nos roben, wifi debido a que los bloques de pisos ponen al alcance del sofá del atacante docenas de redes con las que probar suerte. Por suerte cada día los routers vienen de fábrica con una configuración más segura, pero todavía se ven redes wifi con seguridad WEP que son presa fácil para cualquiera que tenga un poco de paciencia y se haya molestado en buscar en google durante cinco minutos herramientas de ataque.
En muchos casos esta práctica es inocua, simplemente algún vecino se quiere ahorrar pagar ADSL a nuestra costa o, sobre todo en destinos vacacionales, algún turista necesita estar conectado a Internet en el piso de alquiler y busca redes a su alcance para usarlas esos días. Sin embargo, también puede traernos problemas si el que roba nuestro ancho de banda es un desaprensivo: desde los problemos "menores" que supone que utilicen casi todo nuestro ancho de banda y nuestra conexión vaya muy lenta o deje de funcionar a ratos, hasta los problemas "serios" que nos causaría que alguien realice un delito desde nuestra dirección IP y traiga a la policía directa a nuestra casa.
Nunca está de más hacer comprobaciones aleatorias de los dispositivos conectados a nuestro wifi, por si pillamos encontramos alguno que no sea nuestro, y sobre todo prevenir. Poner una clave wifi larga, dificil y con una encriptación alta (al menos WPA) es la mejor manera de ponerle las cosas difíciles a los amigos de las ondas ajenas.