En los últimos días todos los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia: XP ha completado su ciclo de vida y pasará a convertirse en un sistema operativo obsoleto sin soporte técnico ni parches de seguridad.
Aunque parezca una tontería que sea noticia que "muera" un sistema operativo con más de 12 años de antigüedad y con tres versiones posteriores a él ya en el mercado, la realidad es que Windows XP fue un salto de calidad en los sistemas operativos de Microsoft, y más de 300 millones de usuarios se lo siguen reconociendo. XP dejó atrás muchos de los fallos de Windows Millenium, mejoró la usabilidad, seguridad y fiabilidad, y no fue actualizado en masa cuando tocaba debido a la baja calidad de su supuesto sucesor Windows Vista. A esto se ha unido que la capacidad de proceso de los ordenadores se ha estancado, desoyendo la ley de Moore, y los usuarios valoran que el sistema operativo sea capaz de ejecutarse con fluidez en equipos de características modestas.
¿Y ahora qué? ¿Debemos seguir con Windows XP o actualizar a un nuevo sistema? Según vayan pasando los meses la recomendación será cada vez más clara: hay que actualizar. Ahora mismo no es crítico, ni urgente, ni prioritario. Pero XP será cada vez menos seguro ahora que ya nadie se encarga de tapar las goteras, y tarde o temprano será necesario volver a enamorarse de otro sistema operativo jovencito y en plena forma que sea capaz de seguir nuestro ritmo y, más difícil, el de las nuevas tecnologías.